¿Quien camina conmigo?

El ego exigirá muchas respuestas que este curso no provee. EI curso no reconoce como preguntas aquellas que sólo tienen la apariencia de preguntas, pero que son imposibles de contestar. El ego puede preguntar: «¿Cómo sucedió lo imposible?», ¿A qué le ocurrió lo imposible?», y lo puede preguntar de muchas maneras. Mas no hay una respuesta para ello; sólo una experiencia. Busca sólo ésta y no permitas que la teología te retrase.» C-In.4:1-5

Al ego le encanta hacer preguntas: ¿Por qué pasa esto? ¿Qué tengo que hacer para que deje de pasar? Pareciera que el saber, el dar respuesta a esas preguntas podría ayudarte, pero el plan del ego es muy diferente.

La primera vez que leí en el libro que el mantra del ego era «busca y no halles» comprendí muchas cosas. Fui consciente de que todo lo que sabía no me iba a aportar paz, de la misma forma que no me sentía mucho mejor después de todos esos cursos y de leer todos esos libros.

Cada pregunta que el ego se plantea lleva implícita una suposición: «soy real (el ego, el cuerpo, el mundo)». Toda pregunta que el ego hace solo sirve a un único propósito, su propósito, validar tu identificación con él. ¿Quien tiene todos esos problemas a los cuales intentamos darles una respuesta? El ego. ¿Quien duda? El ego. ¿Quien cree que necesita encontrar eso que no tiene? El ego.

Sólo el ego se plantea preguntas y en el fondo no quiere saber la respuesta. No quiere respuestas. No le interesan. Plantea una pregunta y cuando la ha resuelto, surge otra, y luego otra, y otra… Nunca está satisfecho. El ego es: «sí, pero…» Siempre hay un pero, siempre falta algo. Y a seguir buscando…

Cuando la respuesta viene desde el mismo nivel de conciencia de la pregunta no aprendes nada. Preguntamos desde lo conocido y encontramos respuestas conocidas. Podemos obtener datos nuevos, pero eso no nos lleva a un nivel superior de conciencia. No nos saca del laberinto sino que nos mantiene dando vueltas en él.

Cualquier pregunta que el ego se haga surge de la duda sobre quién eres.

Hace un tiempo pregunté en meditación que pregunta pondría fin a todas las preguntas y la respuesta fue: ¿Quien camina conmigo? (Aparece en la lección 156 de Un Curso de Milagros).

No entendí muy bien como esa pregunta podía terminar con toda la búsqueda y de nuevo pedí ayuda:

Aquel que camina contigo es la Respuesta a todas las preguntas que alguna vez te planteaste. Cuando aceptas que la Respuesta ya se te ha dado, no hay más preguntas. ¿Para que te plantearías una pregunta si ya conoces la Respuesta? Y, ¿como no te plantearías una pregunta si tuvieses duda de que esa respuesta ya se te ha dado?

Esta pregunta te lleva directamente a la Respuesta. Entonces la luz ya ha llegado pues has recordado aquello que creíste perdido.

¿Pedirías agua si supieses que llevas una botella llena en la mano? ¿Necesitarías agua aunque hubieses olvidado que llevas una botella en la mano? No, no la necesitas. Ya la tienes. Lo único que necesitas es acordarte de que ya la tienes. La única respuesta que puede ayudarte realmente es que se te recuerde que ya la tienes. Sino, si te doy agua, seguirás creyendo que no la tienes y la próxima vez que tengas sed volverás a pedirla. Y seguirás buscando agua, y tu sed no será saciada. La única respuesta que termina con tu sed es darte cuenta de que llevas el agua contigo. Entonces simplemente bebes. 😉

La única manera de saciar tu sed de respuestas es reconocer que la Respuesta camina contigo.

Tú eres la Respuesta que has estado buscando. Tú eres la luz del mundo.

¿Quien camina conmigo?

Fin de las preguntas. ❤

~Iciar ❤